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En las próximas elecciones regionales y municipales, los jóvenes representamos un poco menos de la tercera parte de la población electoral, por lo que, estamos llamados a ser los símbolos y muestra expresa de una conducta electoral responsable y los líderes del cambio estructural y social.

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Dentro de los principios de la democracia, la participación ciudadana sobresale como uno de los más importantes, y dentro de este, el derecho a sufragio como la expresión más visible, mediante el cual el pueblo le otorga su confianza y el poder a un puñado de personas para gobernar en favor de quienes le concedieron dicha autoridad. 

Nuestra historia reciente evidencia que, a partir del proceso de descentralización llevado a cabo por el gobierno de Alejandro Toledo, se han producido cinco (5) comicios a nivel de gobiernos regionales y locales de manera conjunta. Si analizamos estrictamente las elecciones municipales, han pasado 59 años desde que se llevó a cabo la primera, y pese a las interrupciones en la época de la dictadura militar, han permitido que el ciudadano de a pie muestre su voluntad sin que nadie se lo impida.

Es importante no ser mezquinos al momento de reconocer las mejoras que se han implementado en el sistema electoral peruano, ya que la palabra “universalidad” ha dejado de ser una quimera propia de aquellos que no tuvieron la dicha de emitir una voz de opinión. Entonces, la pregunta que surge es: ¿Qué tanto hemos mejorado nosotros, los electores, a la hora de emitir un voto? Y en específico, ¿los jóvenes estamos preparados para asumir semejante responsabilidad?

Según la Oficina de Procesos Electorales (ONPE), de las 24,760,062 personas que conforman el padrón electoral, el 27.4% corresponde al grupo etario denominado “joven” [1]. Sin embargo, debemos asimilar el hecho de que la juventud no se reduce a un periodo de edad, sino que además implica una condición social [2] caracterizada por el ímpetu. Las y los jóvenes, considerados por algunos autores como una “masa productora de cambios sociales”, estamos llamados a ser promotores de: (i) una correcta conducta electoral y (ii) una participación más activa en política.

En cuanto al primer punto, las y los jóvenes deberíamos ser los más comprometidos con el voto responsable, con el fin de que la elección final al momento del escrutinio responda a un conjunto de reflexiones y análisis de candidatos; más aún, en el panorama actual, dentro de las gestiones regionales y locales, que da signos claros de ineficiencia en el uso de los recursos públicos y poca asertividad en la toma de decisiones por parte de las autoridades. 

Una clara evidencia de lo que sucede en dichas instituciones es que la ejecución promedio del presupuesto público, en el año fiscal 2021, en los gobiernos locales, alcanzó el 73% y en gobiernos regionales ascendió a 91%, según datos de Transparencia Económica del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF). No obstante, el gasto presupuestal no necesariamente tiene una correlación positiva con el cierre de brechas en el acceso a servicios e infraestructura, pues coincidentemente, Amazonas, la región con mayor ejecución presupuestal durante el 2021, ocupa el puesto N° 17 en el Índice de Competitividad Regional 2021 (INCORE 2021) [3]. 

Respecto al segundo punto, diversos son los indicadores que exponen los pocos resultados que se han obtenido del proceso de descentralización y que esto en sí mismo debería motivarnos a tomar un rol más activo en política. Nosotros, los jóvenes, somos el motor del cambio en nuestra sociedad. Democratizar y difundir la información, por dar algunos ejemplos, deberían ser una de las tareas que deberíamos tomar como un compromiso y algo personal. Podríamos ser líderes y candidatos en nuestras regiones y localidades con la convicción de aportar a nuestra sociedad; puesto que actualmente, la cuota joven en las listas electorales asciende a 33% del total de postulantes a autoridades regionales (gobernador, vicegobernador y consejeros) (JNE, 2022). 

Sin duda, hay muchos retos que resolver, pero queda en nosotros ser aquellos agentes de cambio que motiven a otros a crear un país más humano y con mayores oportunidades de desarrollo para todos y todas

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Desde Impacta, promovemos la participación y llamamos a la acción de los jóvenes en estos procesos. En ese sentido, venimos trabajando diferentes proyectos y espacios de desarrollo juvenil donde se pueda responder a los retos de nuestra coyuntura actual, desde una reforma del servicio civil que permita jóvenes unirse al aparato del Estado, hasta espacios de diálogo regional donde se busque realizar diagnósticos técnicos a problemáticas socioeconómicas.

¡Para este artículo agradecemos a Nicol Huaraca de Impacta!