Impacta entrevistó a Elizabeth Añaños, arquitecta con más de 10 años de experiencia en la gestión pública. Conozcamos su trabajo y creencia en el poder que tiene la buena infraestructura sobre la calidad de vida de los peruanos más vulnerables.
Elizabeth Añaños: arquitecta por la PUCP, con experiencia en el diseño e implementación de políticas públicas en torno a educación, salud, construcción, vivienda y urbanismo. Ha sido Viceministra de Vivienda y Urbanismo del Perú, Directora Ejecutiva del Programa Nacional de Educativa del Perú (PRONIED) y directora de infraestructura del “Plan Selva” del Ministerio de Educación.
1.¿Qué te motivó a ingresar al sector público como arquitecta?
De hecho, no hay muchos arquitectos en gestión pública porque en el Perú, por las crisis y falta de políticas, se cree que la arquitectura está más destinada a construir edificios privados o en estratos altos. En la universidad me preguntaba si eso era lo que quería y casualmente tuve la oportunidad de hacer prácticas en Colombia, en la época en la que se vivía una revolución del espacio público como solución ante problemas sociales como la inseguridad. Allá se pensó en ofrecer bibliotecas y parques públicos de la más alta calidad arquitectónica y de equipamiento, independientemente del estrato social, pues es un tema de igualdad y equidad.
Entonces, me pregunté: ¿por qué Colombia tiene esto? Y es porque justamente todo eso había venido de las políticas públicas de desarrollo urbano y territorial. Y todo empezó porque un arquitecto se había metido a la gestión pública, empezó desde la sociedad civil. Ahí empezó mi interés por lo público. Creo que la arquitectura se ha amplificado porque desde el Estado puedes diseñar procesos o normas que pueden impactar en la calidad de la infraestructura del país y en la vida de las personas.
2. Volviste al Perú y empezaste tu carrera en la administración pública. ¿Cómo te mantuviste a lo largo del tiempo en diferentes instituciones, desde la Municipalidad de Lima, el Ministerio de Educación y el Ministerio de Vivienda?
Creo que la forma en cómo he podido continuar durante casi 10 años en gestión pública y armar una carrera es porque entendí la ‘tubería’ del Estado desde abajo, entendí poco a poco el proceso. Porque si no conoces cómo se aprueba y se le hace seguimiento a un documento; si no conoces las normas, cómo se contrata o cómo se realiza un proceso de licitación pública, luego no puedes monitorear, ni identificar dónde está el error o cuello de botella para mejorarlo.
Y eso es algo que recomiendo completamente a cualquiera que quiera entrar a la gestión pública. Tienes que entender cómo funciona, porque la lógica del Estado es otra. Tienes condiciones diferentes para trabajar, y tienes que pensar en que no se abran espacios de corrupción. Entonces, tienes que tener cuidado, pero a la vez tienes que ser flexible e innovar.
El otro tema es que, si tú entras a un puesto, [la burocracia del] el Estado te ‘come’ porque tienes que firmar todo el día y apagar incendios. Al final, mucha gente se frustra porque entra y no puede hacer nada porque no ha tenido espacio para innovar. Entonces, lo que he planteado siempre son estrategias a corto y mediano plazo. Las de corto son lo que tienes que atender, y en las de mediano plazo se puede pensar en soluciones y lanzar propuestas.
3. ¿Qué tan importante es el equipo que rodea a un gestor público?
Es muy importante. Otra recomendación que le daría a cualquier funcionario público es que vea con quién se rodea. En realidad, se necesita ‘masa’ para poder entrar a trabajar en conjunto, con un equipo en el que puedas confiar, pues de lo contrario, no vas a sacar nada. Por lo mismo que todo es un ciclo en las intervenciones públicas, el trabajo no lo hace una persona, lo hace un equipo.
El reto está en identificar a la gente buena y trabajar con ellos, y también sincerar cuáles son los límites y condiciones de trabajo que tienes, porque si no se puede disponer de un equipo, sobre todo de las cabezas, uno no puede avanzar. Cada vez que me he ido de un puesto ha sido por decisiones en donde he estado en contra de una decisión de alguien de mayor rango.
4. ¿Te has enfrentado a casos de corrupción?
Cuando fui viceministra en el Ministerio de Vivienda. Entré en la gestión de Sagasti y luego me quedé [en la siguiente gestión de Pedro Castillo], cuando me tocó a Geiner Alvarado de ministro. Renuncié cuando vi que querían cambiar a directores por personas que no tenían capacidad. No podía estar en un equipo que no sabía las reglas de juego ni cuáles son los límites entre lo público y lo privado. Eso motivó a que salga con mucha pena y también con mucha confianza en que podíamos sacar adelante algunos temas que ya habíamos aprobado, como la política nacional de vivienda y una ley de desarrollo urbano.
5. Denunciaste el hecho ¿Qué tan difícil fue hacerlo?
Mucha gente no denuncia nada. Pero cuando no denuncias, esa gente [mala] vuelve a estar, contaminan el Estado y al final no permiten avanzar. Sé que muchos funcionarios públicos tienen miedo porque al final es su trabajo o ven que la justicia no es la misma para todos. Pero creo que sí es bueno denunciar siempre y cuando se tenga la sustentación adecuada. Con respecto a la corrupción siempre he marcado un límite. Si es que veo que ya hay cosas que están mal, renuncio. En este caso que ya era más crítico, tuve que tomar la decisión de denunciar.
6. ¿Qué crees que es lo que debería motivarnos a seguir apostando por el servicio público a pesar de estos contextos complicados?
No toda la gente es mala dentro del Estado. Hay gente muy buena y muy capaz. Solamente necesitan dirección y que puedan tener un liderazgo. Por eso armar redes de funcionarios es lo más importante. En realidad, todos deberíamos volver a la política, porque al final la política nos está aplastando porque las decisiones se toman sin los técnicos. Entonces, ¿para qué estamos los técnicos?
Lo que me motiva en general [a seguir] es que se necesita que haya voces y gente buena dentro del Estado. Si no hacemos eso, vamos a ver lo que está pasando un poco ahora. Al final, por más que uno quiera ponerse de costado, las contrarreformas van a llegar a tu vida diaria. Es como un tema de empatía en general. ¿Cómo puedes ver que tu país se está yendo al hoyo? Y si es que tienes hijos, ¿Cómo quieres un país para ellos?
7. El Perú tiene una brecha de infraestructura enorme. ¿Qué es lo mejor que se puede hacer para reducirla en el sector educación y vivienda, donde has trabajado?
Acá existe un alto nivel de informalidad en la forma en cómo se ha pensado la infraestructura, pues se ha hecho sin planificación. Por ejemplo, por mucho tiempo se han creado colegios donde hay dos alumnos, con poca densidad o en algunos casos tienes dos colegios en una esquina. Eso es insostenible.
Creo que el problema central de la infraestructura es que hoy no hay una planificación de territorio. Si la tuviésemos, podríamos invertir de forma ordenada y programada en zonas más estratégicas, o donde haya mayor población o vulnerabilidad de modo que se tenga una cartera delimitada de proyectos. Eliminarías, por ejemplo, el tema de la ocupación informal. El Perú tiene casi 80% de informalidad en temas urbanos.
El otro tema importante es el de la sistematización de infraestructura. El Perú es un país diverso climáticamente, entonces se debe diferenciar la infraestructura de acuerdo a eso; por ejemplo, tener modelos de escuelas estándar por zonas para ahorrar procesos. Además, si tienes los procesos sistematizados, recudes la discrecionalidad y la corrupción. Por otro lado, si no tienes transparencia o un equipo que entienda esos temas o la diferencia entre lo público y privado, no puedes avanzar nada.
Finalmente, priorizar. Sin priorización no vas a atender toda la brecha de infraestructura. En educación la brecha es de S/100,000 millones, que podrías cubrir en 40 años. Entonces, necesitas ver cuáles son los ‘caballitos de batalla’ y qué zonas necesitan apoyo con más urgencia.
8. ¿Cómo impacta la falta de coordinación en el Estado en la vida real de la gente, sobre todo en el tema de infraestructura?
Cuando estaba en el Ministerio de Vivienda, pedí que crucen la información de las actividades del Programa Nacional de Vivienda Rural y el Programa Nacional de Saneamiento Rural. Las intervenciones solo se cruzaban en el 4% de los casos. Entonces, eso significaba que se estaba dando viviendas sin baños, y baños sin viviendas, ofreciendo así un servicio incompleto para los ciudadanos. Incluso si analizas ese 4% que cruza, ves que los mismos ingenieros a veces van a los dos lugares que están cerca, con lo cual se gasta el doble en inspección. Eso es un reflejo de cómo funciona a veces el Estado, no tienes planificación ni articulación intersectorial, que es lo más lógico para tener gran impacto.
9. ¿Qué tan valioso es un joven dentro de un equipo de gestión pública y, sobre todo, qué puede aportar?
A veces cuando interactúas con un funcionario te dicen que las cosas no se pueden hacer porque la norma es así. Sí, pero debemos recordar que nosotros somos funcionarios y, en muchos casos, organismos rectores. Lo podemos cambiar; las normas tienen que evolucionar. En ese sentido, creo que es importante que la persona esté ‘fresca’ para poder trabajar en innovaciones. Como funcionarios jóvenes es importante la diversidad que puedan haber entre ellos, porque es interesante que los equipos sean diferentes y así traer otra forma de plantear soluciones.
10. ¿Qué le recomendarías a un joven interesado en entrar al sector público?
Que puede llevarse un gran aprendizaje, porque al final estará expuesto a temas de riesgos y creo que aprendes mucha resiliencia. Al trabajar en gestión pública empiezas a conocer el país y es una forma también de conocerte a ti. Sea que al final continúes en gestión pública o vayas a diferentes lugares, vas a poder tener ese conocimiento, fortaleza y resiliencia para poder resolver los problemas que se te propongan. Y los problemas de Perú son grandes, entonces vas a estar preparado para todo.
¡Gracias por permitirnos conocer tu experiencia y aprendizajes para el desarrollo del Perú, Elizabeth!
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